jueves, 8 de agosto de 2013

ENTRE LA EPISTEME Y EL PENSAMIENTO COMPLEJO

Por: Luis Carlos Fernández Cruz
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La ciencia, del latín scientia 'conocimiento', siempre ha sido una vía de reconocimiento del deber ser humano, del sentido propio que busca como objetivo o propósito de la existencia, el conocer con conciencia; aunque en los tiempos del oscurantismo fue en muchas oportunidades reducida, diezmada y llevada a las penumbras, siempre tuvo la luz de unos cuantos hombres que sabiendo hacer ciencia plantaron los pilares del conocimiento humano. Esos hombres le dieron mayor sentido a la capacidad racional humana y aunque en muchos lugares de la historia estuvo por mucho tiempo ligada a la religión y los preceptos y juicios del dogma, tuvo el valor para mantenerse y aflorar en una oportunidad que la misma historia le entregó para tomar su lugar como fundamento que explica el modo como las leyes naturales se expresan de frente a nuestra realidad.

Reconocemos entonces que la ciencia como tal tiene orígenes desde el mismo momento en el que el hombre como hombre es un ser racional. El acto de conocer está implícito en su humanidad y ve en la pregunta, la indagación o el interrogante su mejor forma de manifestación. Para F.V. Konstantinov (1960), la ciencia descubre las leyes del mundo objetivo y nos da, al hacerlo, la posibilidad de prever los acontecimientos, sirviendo así de instrumento para la transformación práctica del mundo por el hombre, de instrumento para someter las fuerzas de la naturaleza y de la sociedad a los intereses de éste.[1] Sin embargo para Morin (1984), no existen tales leyes, el conocimiento no consiste en absoluto, en limitarse a extraer leyes; dichas leyes son extremadamente pobres y comportan tantas incertidumbres que su legalidad está apolillada.[2]

Es aquí donde después de un gran trayecto histórico, la ciencia involucra la teoría, el modelo, la hipótesis, la predicción, el determinismo y la misma incertidumbre, ésta última como reconocimiento que no hay verdad absoluta y que la ciencia como ciencia evoluciona y se re-acomoda constantemente conforme surgen nuevos estados o percepciones de nuevas realidades de nuestro mundo natural. Pero que también; en su evolución demuestra nuevos caminos de pensamiento que llevan al acto de conocer a nuevas dimensiones antes mutiladas por los mismos hilos que tejían ese conocimiento. Quiero decir con esto que la forma de hacer ciencia también hoy en día está en los índices de los libros y evoluciona a niveles que ven en la complejidad como la nueva forma de pensar el fenómeno y como interactúa con el universo, cuán ilimitado sea esté.

LAS CIENCIAS DE LA COMPLEJIDAD Y EL PENSAMIENTO COMPLEJO

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Textos como los de Leonardo G. Rodríguez Zoya y Julio Leónidas Aguirre, ‘Teorías de la complejidad y ciencias sociales’, que tiene como complemento a su título la frase: Nuevas estrategias epistemológicas y metodológicas, ‘Teoría general de los sistemas’ de Ludwig Von Bertalanffy, y ‘El Punto Crucial’ de Fritjof Capra; permiten a nuestro pensamiento cubrir mayor superficie y trasegar a través de aguas más claras, aunque también surgen nuevas interrogantes que se muestran como abismos oscuros en nuestro viaje, abismos que en este punto de navegación quisiéramos incluso bucear y reconocer en su más entrañable secreto. 

Un primer elemento a tratar es la relación y diferencias entre el pensamiento complejo y las ciencias o teorías de la complejidad. En palabras de Morin (2004); Reynoso (2009), 'las teorías de la complejidad' -en plural-, son (…) las teorías de los sistemas complejos en sentido amplio (sistemas dinámicos, sistemas no lineales, sistemas adaptativos), la teoría del caos y los fractales; mientras que 'el pensamiento complejo' introduce, en el terreno de las ciencias, una racionalidad post-clásica que habilita e incorpora problemas ignorados o vedados por el pensamiento científico moderno.[3]

Surge para nuestra claridad una apropiada y necesaria diferenciación entre estos dos conceptos: Teorías de la complejidad y pensamiento complejo; ambos involucran directamente nuestra investigación y nuestro modo de hacer ciencia. En primera instancia, al reconocer gracias a los aportes de Leonardo G. Rodríguez Zoya y Julio Leónidas Aguirre en su escrito: ‘Teorías de la complejidad y ciencias sociales’, que incluso en esas teorías de la complejidad aún no hay criterios que las unifiquen y que aunque se trate elementos que puedan tomarse como universales, cada una de ellas tiene su particularidad y su esencia. Un segundo aspecto que nos interesa aún más es el pensamiento complejo como una forma o modo de racionar y que toma especial valor al reconocerlo como aquel modelo que involucra dentro de sí mismo otros aspectos, ahora esenciales, que permiten ver de manera más completa la razón del ser de aquello que se indaga o se investiga; pensamiento que le da sentido y vida al concepto de transdisciplinariedad.

No menos importante aparece en escena el concepto de sistema que en palabras de Morin (1977:124,126) se define como “unidad global organizada de interrelaciones entre elementos, acciones o individuos”. Al respecto emergen palabras como organización y desorden que de alguna manera se interrelacionan y que son las que le dan sentido a la cosa en sí como sistema, incluso organización y sistema van ligados y no se conciben el uno sin el otro. Pero en esta instancia, ¿dónde entra la complejidad vista como método y no como conjunto de teorías? Ya está visto que como teorías se observan limitadas si su modo de análisis mutila entornos esenciales en razón de acomodarlas a modelos matemáticos que tienden a la exactitud siempre buscada pero que involucran al sistema objeto de análisis como cerrado, alejado del sistema abierto que es el que abunda en el universo y que involucra lo que la complejidad como método intenta comprender. De este modo esa complejidad como pensamiento se perfila como buscadora generadora de frecuencias tales que entran en armonía con la sinfonía de ondas que supone todo un sistema, con la esperanza, de por sí compleja y no complicada, de desentrañar todo la partitura a partir de la incorporación aproximada de una tonada y no de la extirpación de frecuencias altas y bajas que por no ser escuchadas por el grueso de la capacidad humana se suponen innecesarias pero que estando allí son verdad, son necesidad, son belleza y no obstáculo, basura o espacio vacío para aquellos que tengan la capacidad de escucharlas.

Con apasionante mirada ‘El Punto Crucial’ de Fritjof Capra[4]hace un viaje por la historia de la ciencia y el paradigma del pensamiento, la forma de hacer episteme y de ver como en el transcurso del mundo hasta la existencia de mi yo, vienen y devienen métodos, descubrimientos, formas de pensamiento, teorías del funcionamiento del universo y aplicaciones, como las que supuso la electricidad y el magnetismo, que obligan a los pensadores a ver el mundo con otros ojos y que develan por ello, nuevas formas naturales explicadoras, y solo hasta ahora, útiles de mi realidad. Tal mirada demuestra también con abundante evidencia lo que en palabras ella misma expresa; modelos filosóficos y científicos como los de Galileo, Descartes, Bacon, Lucke, Lamarck, Darwin, Clausius, Boltzmann, Einstein y otros no menos importantes dan cuenta de su importancia, validez y lugar en la historia, al tiempo que permiten reconocer su intención de cómo hacer ciencia. Al respecto surge de entre ellos, particularmente a partir de Galileo y Descartes, la interpretación del mundo y sus leyes mediante modelos matemáticos que por exactos se consideran verdaderos y que permiten el surgimiento de ciencias o teorías de la complejidad de las cuales ya se habló antes. Tales modelos matemáticos no pueden nunca desecharse porque demuestran y predicen con exactitud intrínseca los fenómenos de la naturaleza, pero tampoco se deben consagrar como únicos caminos de comprensión del universo y de sus secretos; simplemente son esenciales pero no completos y lo digo porque la elaboración de esos mismos modelos matemáticos involucran la necesidad de abandonar los detalles que haciendo parte del todo influyen en la realidad objeto de análisis. El siquiatra R. D. Laing enfáticamente nos recuerda: “Quedan por fuera, vista, sonido, gusto, tacto y olor y junto con ellos se van la estética, la sensibilidad ética, valores, cualidad, forma; todos los sentimientos, motivos, intenciones, alma, conciencia, espíritu. La experiencia como tal, queda desterrada del campo del discurso científico.”[5]

Esto sin lugar a dudas es la razón del ser del pensamiento complejo, porque este tiene como una de sus premisas indagar en el todo en cuanto es todo y es sistema como interrelación de partes en organización y re-acomodación constante y que además entra en mecanismo cíclico mediante la retroalimentación y la incorporación de otros sistemas. Es una forma de ver que como compleja, interpreta y hace mayéutica de los supuestos azares que la ciencia nos expresa y que involucra de modo muy significativo y recalcitrante en las ciencias sociales, al sujeto mismo como fundamento del todo y como razón de ser de las partes.

En cuanto al interés gnoseológico que me asiste en relación a la búsqueda de alternativas de desarrollo comunicativo, intelectual, analítico y de identidad de estudiantes de la formación básica y media en función de la tecnología y los medios de comunicación, (incluyo las TIC pero no son éstas el todo); veo con especial atención la postura de sistema como unidad global de elementos organizados en interacción constante, en interrelación; y, habiendo reconocido en previas observaciones que el acto de comunicarse es en sí un sistema complejo, ahora deberá verse aún más como tal desde la perspectiva de ese pensamiento complejo a razón de todo lo que implica el reconocimiento profundo del acto de la comunicación y los fenómenos que se suceden en el sujeto desde el punto de vista del desarrollo de la misma y con ello del desarrollo de los demás insumos capaces de crear en ese sujeto una identidad reconocida como real por él mismo; una identidad que lo catapulte como un sujeto político con todo lo que implica dicho concepto.

Al aplicar con mayor sentido las propuestas en desarrollo que involucran el uso del potencial tecnológico y comunicativo en la formación de ese sujeto político de acuerdo al concepto de sistema, aceptando las pocas similitudes y grandes diferencias, rupturas entre teorías de la complejidad y el pensamiento complejo y reconociendo en el cuerpo de la investigación, el sujeto (estudiante), muchos de los fenómenos de su particularidad; se hace aún más posible la interpretación de éste como ente transformador dentro del modelo democrático que supone la transición hacia un apropiado desarrollo del País a partir del fortalecimiento autónomo de sus individuos.

Hacer episteme es hacer ciencia y el modelo de pensamiento complejo involucra netamente ahora más que nunca a las ciencias sociales y al sujeto en particularidad. Esto aunque complejiza el proceso epistemológico, proyecta y anuncia resultados con mucho más énfasis en lo humano para lo humano y en correspondencia con la naturaleza misma para, no solo conocer sus leyes, sino que también vivir armoniosamente con ellas.


[1]F.V.Konstantinov, (1960). El materialismo histórico. México. Editorial Grijalbo.
[2]Morin Edgar.(1984). Ciencia con conciencia. Barcelona. Editorial Anthropos. 
[3]MORINEDGAR,(2004), La Méthode VI. Éthique. 2004, 1º ed. Seuil, Paris; REYNOSO CARLOS,(2009),
Modelos o metáforas. Crítica del paradigma de la complejidad de Edgar Morin.1ºed.Editorial SB, Buenos
Aires.
[4]Capra, Fritjof. (¿?) El Punto Crucial. [en línea] disponible en: http://pioneros.puj.edu.co/lecturas/iniciados/Maquina%20del%20Mundo%20Newtoniano.pdf
[5]Tomado de Capra, Fritjof. (¿?) El Punto Crucial.(P. 2).